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El filibusterismo parlamentario —táctica que busca bloquear o retrasar la aprobación de distintas iniciativas de ley, decisiones mediante discursos interminables y mociones repetitivas y voluminosas— se ha convertido en uno de los principales obstáculos para la tramitología de los proyectos de ley en Costa Rica. Más allá de ser una simple estrategia dilatoria, revela una gestión ineficiente y una pérdida de confianza en la Asamblea Legislativa.
En un momento donde el país enfrenta desafíos sociales, económicos y políticos de gran magnitud, la inacción y el estancamiento en el Congreso solo profundizan la desconexión entre el poder legislativo y las necesidades reales de la ciudadanía. La población exige que los diputados asuman su responsabilidad y dejen atrás las prácticas obstruccionistas que solo generan retrasos y frustración.
La percepción de un Parlamento paralizado y poco efectivo ha erosionado la credibilidad del Estado. La ciudadanía demanda un cambio profundo: un Parlamento que priorice la acción efectiva, que trabaje con transparencia y que promueva un ambiente de colaboración genuina. La falta de liderazgo efectivo y la tendencia a bloquear en lugar de construir no solo obstaculizan avances, sino que también amenazan la estabilidad democrática. Esta situación refleja una gestión parlamentaria carente de una dirección política clara y de un liderazgo efectivo. Tanto en el plenario como en las comisiones, la falta de una brújula que señale el norte ha llevado a que muchos asuntos país que son prioritarios queden estancados, impidiendo que el Parlamento cumpla su función fundamental de representar y servir a la ciudadanía.
Es fundamental que los legisladores comprendan que el filibusterismo no solo representa pérdida de tiempo, sino que también refleja una falta de compromiso con el bienestar colectivo. La responsabilidad de avanzar en reformas y decisiones que beneficien a todos no puede quedar en pausa por intereses particulares o por prácticas obstruccionistas que solo benefician a quienes desean mantener el statu quo.
Superar estas prácticas requiere un cambio de actitud y un compromiso real con la eficiencia y la responsabilidad. La Asamblea debe fortalecer su institucionalidad promoviendo una cultura de diálogo constructivo, priorizando el interés público y promoviendo una mayor participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones. Solo así será posible recuperar la confianza perdida y avanzar hacia un país más justo y desarrollado.
La lucha contra el filibusterismo no es solo una cuestión de eficiencia legislativa, sino un paso necesario para fortalecer la democracia, garantizar la representatividad y responder con eficacia a los desafíos actuales. La oportunidad está en manos de los diputados: es momento de actuar con visión y compromiso, dejando atrás las prácticas obstruccionistas y trabajando en unidad por el bienestar de Costa Rica. Solo así podremos construir un futuro más prometedor y confiable para todos.
MBA Gilberth Jiménez Siles