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El pasado sábado, en una tragedia que ha dejado conmocionada a la comunidad de Santa Bárbara de Heredia, una mujer identificada como Katia Jara, de 53 años, fue asesinada presuntamente por su propio hijo, de tan solo 24 años, con un machete. El hecho ocurrió a eso de la 1:45 p.m. en una vivienda ubicada en barrio Jesús de Heredia, según confirmaron agentes judiciales de la delegación regional de Heredia.
El esposo de la víctima y padre del sospechoso, Santos Javier, ofreció una desgarradora versión de los hechos y dejó claro que la situación no se trataba de un episodio aislado, sino de un cúmulo de problemas familiares y conflictos mentales del joven. Según relató, «si yo hubiera estado aquí, no hubiera permitido eso, porque para eso es un papá», lamentó visiblemente afectado.
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El joven sospechoso, quien fue detenido cerca del lugar por la policía administrativa, había tenido problemas previos con drogas y desórdenes mentales. Su padre afirmó que había hecho todo lo posible por controlar la situación y ayudarlo, pero las dificultades eran recurrentes. «Mi hijo anduvo con una mujer drogadicta de la calle, fumaba piedra y cocaína, y nos venía a hacer escándalos a la casa», relató Santos Javier, añadiendo que a pesar de los esfuerzos por llevarlo a valoraciones psiquiátricas, el joven se negaba rotundamente.
La relación conflictiva entre madre e hijo no era desconocida en el vecindario. Algunos vecinos señalaban constantes peleas y gritos dentro del hogar, pero Santos Javier asegura que jamás hubo violencia de su parte hacia su esposa. «La gente dice cosas que no son, pero cuando había pleito era entre él y ella, no era por mí», expresó enfáticamente.
El día del crimen, Santos Javier había salido a realizar diligencias y, al regresar, se encontró con la escena que cambiaría su vida para siempre. «Me rompió el corazón mi propio hijo, que le dio la vida, se la quitó», confesó con profundo dolor. Tras ver a su esposa herida y desangrándose en la cocina, intentó pedir ayuda desesperadamente, pero ya era demasiado tarde.
El sospechoso, en un estado alterado, huyó por un hueco que había hecho en una pared de fibrolit y se internó en un cafetal cercano. Minutos después, oficiales lograron detenerlo mientras gritaba: «¡Maté a mi mamá, maté a mi mamá!», según relataron testigos.
La versión del padre también reveló aspectos inquietantes sobre las creencias y conflictos internos del joven. Según él, la madre creía que su hijo estaba «embrujado» y que alguien le había hecho un «maleficio», lo que habría agravado la situación psicológica del joven. «Mi esposa decía que ese chiquito estaba enfermo por un maleficio», contó Santos Javier.
Mientras tanto, las autoridades judiciales han iniciado una investigación exhaustiva para esclarecer los detalles del caso y entender las causas profundas que llevaron a esta tragedia familiar. El cuerpo de Katia Jara fue trasladado a la morgue judicial para realizar la respectiva autopsia, mientras la comunidad intenta asimilar el impacto de este desgarrador suceso.
