El 1 de diciembre de 1948, Costa Rica tomó una decisión trascendental en su historia y en la de la política mundial: la abolición de su ejército. Esta decisión, liderada por el entonces Presidente José Figueres Ferrer, marcó un antes y un después en la nación centroamericana, transformándola en un símbolo global de paz y democracia.
La abolición del ejército fue una respuesta directa a la inestabilidad política que atravesaba la región en aquel momento. Tras una breve guerra civil en 1948, Figueres Ferrer y otros líderes políticos vieron la necesidad de desmilitarizar el país para garantizar un futuro pacífico y centrado en el desarrollo humano. Al disolver las fuerzas armadas, los recursos que se destinaban a la defensa militar se redirigieron a áreas como la educación, la salud y la protección ambiental.
Este cambio radical ha tenido un impacto duradero en la identidad costarricense. La nación no solo ha disfrutado de un periodo prolongado de paz interna y estabilidad política, sino que también se ha posicionado como un actor clave en la promoción de la paz y los derechos humanos a nivel internacional. Costa Rica ha sido sede de importantes conferencias internacionales sobre paz y desarme, y ha jugado un papel importante en la resolución de conflictos en otros países.
La abolición del ejército también ha influido en la percepción internacional de Costa Rica. El país es frecuentemente citado como un ejemplo de que la paz y la democracia pueden florecer sin la necesidad de una fuerza militar. Además, esta decisión ha contribuido a la reputación de Costa Rica como un destino turístico seguro y amigable, atractivo para quienes buscan experiencias en un país comprometido con la paz y el medio ambiente.
